En el ocaso de un día que era ciertamente frío, Matsushima
So terminaba de quemar su propia sangre, que antes había vertido en una brecha
que había en el suelo del piso de madera de la segunda planta de la casa que habitaba,
en dónde tranquilamente intentaba hacer un ritual para crear vida, crear un
sirviente, pensó que algo de su propia
sangre abrasada le daría la consistencia que necesitaba para que pudiera dar
aliento a lo que intentaba hacer, un cuerpo ya estructurado a base de lo que él
mismo llamaba “masa inerte” siendo esto creado con polvo de hueso de algunos
cadáveres que había seleccionado por ser lo que pensaba que sería mejor para los fines que tenía, junto con algo de
materia gris de los cadáveres, tierra
del campo santo, ojos, pelaje y plumas de animales que eran considerados malditos
por el simple hecho de ser nocturnos y por su forma de sobrevivir. Había estado
formando esa masa desde hacía algún tiempo, pues siempre le hizo ilusión el
tener un sirviente siendo él, medio demonio y trasmitir lo demoniaco de él mismo para que su sirviente fuese un
demonio completo. No es que quisiese hacer las más extraordinarias maldades del
mundo que dejasen a todos impactados y estupefactos, nada de eso, sino que necesitaba
a alguien de confianza para dejar con esa persona a su hija más pequeña, ya que
tenía que salir algunas veces y tenía siempre el pendiente de sus horas de
sueño y sus horarios de alimentación, ese más que nada fue el propósito que
tenía para su creación.
La luna de aquella noche roja, llegó hasta el punto más alto
del firmamento visible, bañando con su luz lo que aquél pequeño medio demonio
había creado. El ser que había estado reposando en el suelo, sin previo aviso
despertó abriendo sus ojos y se incorporó, pues justo había terminado su
creador los últimos pasos que lo harían tener algo de libre albedrío al estar
vivo y tomar consistencia de un humano común.
-Bien, has cobrado vida o por lo menos movilidad cómo estaba
planeado.- Con una de sus manos tocó la piel de su creación para ver y
comprobar su textura, ya que no quería que sobresaltara su apariencia ni llamar
la atención más de lo necesario.
La criatura que había sido creado en base a deshechos
humanos y basura en general, abrió sus ojos y empuñó una de sus manos mientras
miraba fijamente delante de él, su reciente creador lo miraba sin mirarlo
realmente, parecía que buscaba algo más en su exterior, cómo si él ni siquiera
existiera, idea que empezó a incomodar al recién creado, pues podía sentir el
filo que la mirada de su creador sobre él, por lo que sin ser del todo
consciente de sus acciones, giró su cabeza hacia un lado para así intentar
evitar la mirada que le daba Matsushima.
-¿Acaso le incomoda algo…
amo? – Salió la cuestión de la reciente creación del otro, si bien, realmente
nada le obligaba a preguntar esto, realmente no sabía cómo seguir o hacer en
aquella situación, pues aún ni siquiera comprendía la razón de su existencia.
-Llámame solamente por mi
nombre, “So”, es más fácil para ti, más cómodo para mí.- Cortó sin más el tema
que el otro había sacado a la luz, antes de que desapareciera de su campo de
visión, dejándole del todo solo, mientras él mismo intentaba estar consciente
de su situación, su cuerpo, conciencia, mente, pensamientos, todo, todo lo que
pudiera saber de sí mismo. Detuvo su tren de pensamiento al notar a su dueño
delante de él, quien al parecer anteriormente solamente había desaparecido para
buscarle, algo con lo que cubrirse, pues apareció delante de él con unas
prendas que afortunadamente para el sirviente, cubriría perfectamente su
desnudez a pesar de que a él no le molestaba en lo absoluto, ya que no tenía pudor de su cuerpo descubierto
ante los demás, puesto que no había vivido siquiera, y lo que sabía hasta
ahora, estaba consciente de que había sido creado con algunos conocimientos
previos, aunque no estaba seguro de qué alcance tendrías estos, así como si
necesitaba saber algo más. –Realmente te hice todo flacucho, espero que a pesar
de eso me sirvas convenientemente.- Siseó antes de él mismo vestir al otro sin
siquiera pedir su permiso para hacerlo tan bruscamente como lo hacía, ya que
nunca le dio, y por lo tanto desconocía el cómo vestirse por él mismo. Terminando
por vestirlo correctamente, lo miraba con detenimiento. – Por ahora eres más
alto que yo, pero, llegará el día en el que quizá crezca más…- Agrego
Matsushima, de solo dieciséis años, ya que lo destacaba por el simple hecho de
que su creación, equivocada o intencionalmente hecha de esa forma, por ahora era más alto que él.
-Me disculpo si la
estatura que resultó en mí, no fue del todo su plan, pero después de todo, es
probable que usted siga creciendo por su raza, yo soy un demonio puro después
de todo, tal como fui creado, y como he nacido, va a ser mi perpetua forma,
pero no es su culpa, usted es alguien primerizo.- Se escuchó un bufido de parte
del creador, quien lo miraba recelosamente.
-No seas estúpido,- añadió
con un claro tono de enfado impreso en sus palabras.- Es obvio que no ha sido
mi culpa y no tienes que tratar de excusarme como si lo necesitara, yo sé que a
ti solo te he creado a base de mis
necesidades, y por ello sé que no era necesaria una altura mayor en tu cuerpo.-
Aclaró sin más.
-Dígame entonces el
propósito para el cual fui creado…So…. – dudó un instante en llamarle por su
nombre de pila, pero ya que así había sido pedido, no tenía elección, aunque
aún no se acostumbraba del todo a ello.
-Solamente quiero que
resguardes a mi hija cuando yo no pueda, además de una que otra tarea
adicional, nada realmente pesado para alguien de tu calibre, es decir ¿Qué es
un simple híbrido comparado con un demonio puro?-aclaró con un claro tono de
fastidio, pues no quería que un recién nacido, cuestionada lo que hacía, mucho
menos si su creación para empeorar aún más la situación, aparentaba poco más de
la veintena de edad.
-Entonces, así lo haré- expuso
simplemente a su creador sin intentar ponerle alguna traba, pues no quería
hacerle enfadar, no tenía razón para hacerlo así como tampoco pensaba que era
necesario, sobre todo porque no conocía básicamente nada de ese lugar. Se armó
de valor antes de hacer una pregunta que en ese tiempo le parecía imprescindible para sí mismo en
ese momento. -¿Cómo me llamará a mí? – Seguía puesta su mirada sobre él con
duda en ella, intriga y algo de temor en su expresión.
-Cierto, necesito un
nombre para ti.- Comenzó a pensar seriamente en aquél tema, pues realmente
ahora veía la importancia de poner un nombre a la creatura recién creada por sí
mismo. –Takeru, me parece que es el nombre más apropiado para dirigirse a ti,
parece el de un perro al que puedes adiestrar, si quieres otro, póntelo tú
mismo. – Cerró inmediatamente al realmente ser ese el primer nombre que se le
había venido a la mente.
-…Así que Takeru… si usted
gusta, después de todo es mi amo y creador,- un corto suspiro salió de entre
sus labios antes de simplemente ver su propio aspecto y de esa manera
acostumbrarse a sí mismo.
-Te aviso también, que soy
el único que puede poner fin a tu vida, yo decido si vives eternamente o mueres
de un momento a otro, así que, que no pase por tu mente en ningún momento tal
cosa como poner tus interesas sobre los míos, o siquiera intentar
desobedecerme. ¿Entendido? – Su mirada se tornó desafiante ante la ajena que
permanecía en calma entera. –Y que ni se te cruce por la cabeza el poner tus
ojos sobre alguien a quien yo pretendo, de lo contrario dejaré de ser tu
creador solamente y me convertiré en una pesadilla para ti. – Soltó sin más,
frunciendo una de sus cejas solamente para demostrar algo de amenaza frente al
otro.
-Comprendo, usted es quien
manda y por ello no debo meterme con sus cosas, ni mucho menos con alguien de
su interés, está claro. Gracias por darme una amenaza tan sutil. – Agachaba
tanto su mirada como un poco su cabeza, demostrando así algo de sumisión, lo
cual hizo aparecer en el otro una sonrisilla en sus labios.
-Así me gusta, que vayas
aprendiendo tu lugar en el mundo, me parece perfecto.- Tenía sus brazos
cruzados sobre su pecho mientras sonreía al tiempo que asentía con su cabeza al
estar conforme con esa actitud de parte de su creación.- Bien, bien, creo que
debo darte un tiempo para que te vayas descubriendo tu solo, tu anatomía, tus
pensamientos y respecto a cómo te hace sentir tu lealtad hacía mí.-Cerró el
dialogo entre los dos y sin más se marchó de la habitación para atender sus
propios deberes, dejando a Takeru solo con sus pensamientos e ideas.
Su mirada bajó
directamente hasta el suelo, dónde aún había rastros del líquido que había sido
usado como base en su creación, la sangre de su amo, se percató del olor que
emanaba al haber sido esta quemada, para ser la base de la creación de sí
mismo. Su corazón empezó a acelerarse al momento de que su mano comenzó a girar
la manija de la puerta que daba a la calle, si bien sentía sobre sí mismo, su
amo le introdujo como un instinto, el respirar como una necesidad para estar
más acorde con lo que se suponía que
debía estar al tanto en su día a día. Si bien hasta el momento no se
había cruzado con nadie más, sabía que lo mejor era dar un paseo por sí mismo
para descubrir por sí mismo lo que era el mundo real y con ello estar seguro de
cómo era más adecuado comportarse al establecer relaciones con otros.
Al cabo de unos días,
Takeru conoció a la hija de su dueño, llamada hasta dónde pudo enterarse “Yue”
a quien se suponía que era a quien más debía cuidar, la razón por la que
parecía que fue creado en el principio, la razón hasta dónde conocía de su
existencia. Si bien no inmediatamente, se quedó bajo su cuidado, ya que su amo,
tristemente para lo que él consideraba prioridades en la vida de su creador, la
abandonaba debido a que se quedaba gran parte de su tiempo junto a un amigo
suyo, a quien además pretendía. Cada noche que debía cuidarse al cuidado de la
pequeña, soltaba unos cuantos suspiros de decepción ya que le ganaba su interés, por no decir lujuria,
sobre otra persona, por encima del amor que le tenía a su propia hija, a la que
le creó a alguien para cuidar de ella, para que le protegiera y la dejaba
abandonada solo por satisfacer solamente un capricho.
Pasado algún tiempo, el demonio recién creado
por su dueño, tanto de él mismo, como de la casa que habitaba, comenzó a
recibir otros encargos además de cuidar de la hija de su amo, que era cosas de
lo más mundano que pudiera esperar de su creador, hacer el aseo y lavar su
ropa, además de dar de comer a sus mascotas que no era más que animales salvajes
que rondaban algunas veces dentro de su vivienda en busca de comida. Realmente
eran cosas de lo más simples, cotidianas además de repetitivas que habría
imaginado para sí mismo, pero al fin y al cabo, era su trabajo como una
creación más de las manos de su amo, después de todo, no era nadie para dudar
de sus decisiones, por lo que se limitó a seguir sus mandatos, aunque no eran
muy frecuentes o exhaustivo, pero al haber un espacio tan prolongado entre una
tarea y otra, le hacía sentir como un inútil, un simple adorno para su dueño.
Takeru podría considerarse
a sí mismo, en ocasiones, cómo un tonto o quizá loco, pues el hecho de la idea
que había estado cruzando por su mente los últimos días, realmente lo hacía
dudar de su razonamiento, puesto que creía hasta cierto punto, que su creador estaba
empezando a tener sentimientos por él, pero creía que quizá esto iba más allá
de un amor sano hacia una creación hecha por él, sino que… Simplemente no tenía
algún fundamento para pensar que su creador pensaba en él de modo romántico,
sobre todo porque sabía hasta cierto punto, lo fascinado que lo tenía la luna,
al igual que los cadáveres y lobos. No tenía sentido y lo sabía, pero en los
últimos meses, era lo que leía en el ambiente siempre que el creador iba directamente
con él sin ninguna razón en especial, y se quedaba a su lado sin motivo, ni
siquiera el asegurarse de estar cuidando adecuadamente a su hija a quien la
había confiado.
Habían pasado ya varios
meses desde el incidente del supuesto enamoramiento, del creador por él,
Takeru, había perdido completamente el afán de estar tanto tiempo con él, que
ahora que lo pensaba bien, quizá fuera de esa forma antes por saber las
condiciones en las que podía realizar y de qué forma, admirar su creación,
simplemente eso, lo cual lo dejaba tranquilo en algún aspecto, pero incluso
había perdido completamente el interés en su propia hija, lo cual le hacía
dudar sobre la genialidad que tanto demostraba su amo. Ciertamente aún no sabía
la razón de su poco interés hacia su única hija, a su propia vivienda, a los
animales que a veces transitaban dentro de ella e incluso a sí mismo. Lo único
que sabía es que en una ocasión pudo percatarse de una mordida en su cuello,
sus prolongadas (por no decir permanentes) ausencias y el poco interés que le
tenía a su vida anterior al fuese lo que fuese que le había ocasionado aquél
cambio.
Pasado en tiempo, se vio a
sí mismo siendo arrastrado a vivir con él junto con la persona, a quien
intentaba cortejar. Era cierto, su amo se la había jugado esta vez, pues
realmente le había sorprendido la elección que había hecho sobre su nuevo
objetivo sobre el profundo amor que él podría sentir, eso según él mismo, ya
que sinceramente él mismo ni siquiera había visto esa fase en su creador, salvo
a su hija, Yue, no lo había visto comportarse con alguien ajeno a la susodicha,
ya que incluso con la hermana de esta, Nuray, quién realmente casi nunca se
veía por la casa, era bastante distante sin entenderé el motivo.
-¿Está seguro de que
quiere que haga eso? – Preguntaba el demonio a su amo mientras le miraba con
una clara duda en sus ojos.
-Ya te lo he dicho,
esclavo, solamente sírvele a él con mesura, pero ayúdale todo lo que le haga
falta o te pida, tampoco es que sea difícil de entender una orden ¿Me equivoco?-
Cruzó sus brazos entre sí al tiempo que miraba al otro con su ceño fruncido,
casi como si le estuviera reclamando poner en duda sus decisiones.
-Lo comprendo
perfectamente, perdóneme, no medí mis palabras, pero no volverá a ocurrir, de
verdad.-
-Deja ya de disculparte,
ha has entendido que debes de hacerlo, aunque es verdad que me has estado
ocasionando problemas debido a tus sentimentalismos, creo que es mejor
controlar eso – murmuraba mientras se le acercaba un poco más antes de tomarle por
los hombros para así empujarlo haciéndolo caer al piso y poder él mismo
situarse sobre él, con sus rodillas a los costados de su cuerpo, siendo esta
posición cómoda ya que el que estaba sobre el piso era lo suficientemente
delgado, como para que no fuera una posición forzada. Matsushima colocó una de
sus manos sobre el pecho de su creación antes de alzar su mirada para mirar al
otro a los ojos y hablar.- Eres mi creación por lo que me dejarás entrar a tu
cuerpo sin problema ¿Me equivoco?-
-¿Qué quiere decir?...- lo
miraba sin entender a lo que se refería ni lo que se proponía hacer.- Supongo
que como mi amo, sería lo más apropiado y fácil para usted, el tener acceso
entero a mi cuerpo…- Dicho esto el creador posó su diestra sobre el lado
izquierdo de su pecho, comenzó a ejercer presión contra su cuerpo, comenzando a
traspasar la barrera de su piel, grasa, músculo huesos, para así tener acceso
directo al corazón de su creación, el cual tomó entre sus dedos y sacarlo de su
pecho, pues así So se aseguraba de que los sentimientos de su creación no
interfirieran en el fin que tenía Takeru para él, ni tampoco que se volviera
descuidado, sobre todo porque no quería que algo tan intangible como el amor,
fuera un obstáculo para su misión sobre Yue o cumplir cualquier otro mandato
que le impusiese. Todo ese pensamiento lo llevó a quitarle gran parte del
sentimentalismo que podría llegar a sentir, pero sin alterar el modo común en
que podría circular su sangre por su cuerpo, quedándose con el corazón de su
sirviente, trasfigurando aquél órgano y lo que se supondría tendría capacidad
de ocasionar en su creación, en una gema de rubí antes de sacar su mano, ahora
cubiertas enteramente de sangre, las cuales limpió con un pañuelo de tela que
tenía con él, para después dárselo a su creación al tiempo que lo observaba
fríamente.
-Lávalo, no quiero tener
el recuerdo de tu sangre tan cerca, ahora desaparece de mi vista, ya tendrás
tiempo de conocer a la otra persona a quien servirás.- Dicho esto simplemente
se apartó llevando el corazón, ahora de rubí de su sirviente.
Ahora debía de cumplir la
orden de su amo y no acercarse a él de momento, al igual que limpiar ese trozo
de tela que tenía ente manos. Realmente no comprendía a su creador en lo más
mínimo, no comprendía la razón de tener que quitarle algo como su corazón, ya
que en sí, no sentía demasiado la diferencia, tuvo que cambiar sus prendas, que
se habían llenado mínimamente con sangre cuando su corazón le fue arrebatado
por su creador, además de que no había manera que el que le daba tantas
ordenes, le dejase conocer a quien pretendía con su ropa aun sea con un mínimo
de sangre, o al menos eso pesaba él.
Al cabo de un tiempo,
Takeru pudo conocer a la persona que su amo pretendía, si bien apenas lo
conocía y recientemente comenzaba a tratarlo, le parecía alguien sensato en lo
que parecía sentir por su dueño, pero sinceramente no podía confiarse mucho, ya
que una vez, cuando se dignó a pedirme algo, acabe por obedecerle terminando por
beber agua hirviendo, la cual a pesar de no hacerle mucho daño, sentía el paso
del caliente líquido por su garganta, no es que le hiciera demasiado daño, pero
sí le incomodaba y ciertamente, aún si él intentaba negarlo, le dolía, pero no
necesitaba ni podía quejarse con alguien más, pues realmente se sentía un poco
solo, salvo la persona a quien pretendía su dueño, todos los demás lo trataban
de esa manera, como un sirviente que ni siquiera tenía sentimientos.
Ha pasado un tiempo desde
la llegada de la persona, a la que el amo del demonio proponía como su nueva y
quizá ultima conquista, quién ciertamente le parecía extraño, dado que era muy
apegado a su amo y a este parecía no molestase, hacía todo lo contrario, era
como si buscara que estuviera lo más apegado a él, cuando ni siquiera con su
hija era así, a decir verdad la tenía en completo abandono, a sus dos hijos por
igual, los tenía muy aparte como si le molestara que estuvieran cerca de sí
mismo, cuando antes decía adorarlos tanto…
Takeru estaba gratamente confundido, pues
después del incidente respecto al líquido ardiendo dentro de su boca, la actual
pareja de su amo, el cual tiempo después de su llegada, se le informó que el
nombre de este era Marius, si bien era un nombre raro para él, considerando los
que había escuchado hasta la fecha no lo había por lo menos escuchado hasta el
momento, pero más que eso le era extraño por su manera de comportarse con
él…Simplemente lo trataba con más humanidad, aunque ya se había percatado de
que no era un humano, al menos no ahora. Estaba del todo consciente que él era
un vampiro, lo sabía (no era tonto), ya que su amo a veces aparecía con nuevas
marcas sobre su cuello, el cual últimamente cubría poco a pesar de molestarle sentir
el frío, normalmente, en cualquier parte de su cuerpo cuando este se podía
evitar, sin embargo, desde su supuesto (porque no le había sido informado
formalmente, aunque era obvio que su relación era, seria) cortejo al vampiro,
siempre dejaba su cuello más vulnerable que normalmente, por lo que le dio a
entender que era a propósito para intentar seducir
al bebedor de sangre, invitándolo a hacer una marca más sobre el cuello de su
piel, dónde su amo tenía bien marcada la huella de la mordida que seguro,
porque jamás lo había visto él mismo, pero habría que ser ciego, demasiado
distraído, del todo inocente o incluso echar la vista a propósito hacia otro
lado, para no darse cuenta de algo que era tan evidente, aunque a decir verdad,
por la mirada que a veces le dedicaba su creador, tan fría, llena de
menosprecio, le incitaba a simplemente quedarse callado y mirar hacia otro
lado, para así no meterse en problemas que no necesitaba.
Fue el sanguíneo
dependiente que vivía él quien le pidió al sirviente del demonio que lo
acompañase fuera de la casa en dónde habitaban para ir a comer algo, ya que si
bien, su dieta consistía primordial y casi totalmente en sangre, para así
mantener una salud y condición adecuada, cuando no tenía alternativa más que
abstenerse del jugo tan vital de los humanos, así como de él mismo, era no otra
cosa más que postres, dulces, entre otras cosas, así como comida de su tierra
natal, que no era otra sino Alemania. Aquella salida se llevó a cabo, si bien
el sirviente de la casa, estaba del todo nervioso debido a que, debía admitir,
que era la primera vez que salía junto con alguien que no le trataba como un
simple esclavo, hasta el momento el vampiro lo había tratado muy bien, hasta
casi consideraba que lo trataba lo más humanamente posible, a pesar de que no
sabía ciertamente cómo era aquello, pero lo trataba con respeto y creía que con
cierta conmiseración. Esa noche, hubo una declaración de sentimientos, que si
bien el sirviente había estado un poco incómodo al igual que nervioso ya que si
bien, debía admitir que gustaba de aquél vampiro, sabía muy bien que si su amo
se enteraba, sufriría las consecuencias, sin contar que no estaría bien tocar a
alguien que a su parecer distaba mucho de él mismo, ya que sabía que estaba
realmente enamorado, prendado de su amo, sin contar que él mismo era muy poca
cosa para lo que quien le invitó a salir para cenar juntos, era para él, fue
compararse como un carbón encendido frente a un diamante brillante delante de
él, era simplemente impensable para sí mismo, pero de cualquier forma lo
admitió, admitió lo mucho que le gustaba, lo encantado que estaba con él y
además el decirle lo bien que se sentía carca de su presencia.
Pasaron los días, y en
algún momento comenzó a tener una relación amorosa junto con el vampiro, si
bien él mismo intentaba ocultar esto a su amo, por miedo a las consecuencias
más que nada, después de todo él fue quién le había arrebatado el corazón para
que de esa manera ni me distraería, ni pondría nunca un dedo encima de
alguien quién consideraba como suyo, de
su propiedad, pero, ¿Quién era él después de todo para considerar a Marius como
suyo y más que eso, viéndolo como si fuera un objeto del cual podía disponer y
en cualquier momento tirar, eso lo ponía de los nervios, pero aceptaba que la
persona con quien salía aún amara a Matsushima, pero de ningún modo perdonaría
a este último sobre tratar al alemán como si fuese un juguete, pero no le
importaba realmente lo que su amo deseara, después de todo el niño de ojos
grises lo que quería era seguir a su lado y él no se lo impediría mientras
hubiera modo de seguir a su lado.
Llegó el momento en el que
el recién nacido demonio junto con su creador tuvieron que hablar, ya que se había desvelado en algún momento la
relación que se había llevado entre el primero y persona a quien pretendía Matsushima, por lo
que decidió hablarle claramente sobre lo que pretendía respecto al vampiro,
quién tiempo después fue quien se dispuso a hablar firmemente con quién se
suponía que tenía una relación romántica, sin embargo no fue para aclarar que
había sido un error lo que se le había informado sobre sobre él mismo y Takeru,
no, solamente era para demandar que le devolviera lo que le había quitado a
Takeru, ya que era de su propiedad y no debía quitar algo tan importante de la
persona que él sabía amaba. Matsushima pensó un tanto en los sentimientos que
ahora sentía respecto al inmortal dependiente de la sangre ajena, de sus
sentimientos hacía su sirviente, la situación, la encrucijada en la que él
mismo se veía, en lo que estaba sometiendo a pasar a la persona que tanto decía
amar.
Después de haber sido
entregado el corazón al sirviente, simplemente
el creador le dio la libertad de hacer su voluntad, fuera cual fuera
esta, con lo cual, después de cierta discusión entre en vampiro y su amo,
decidió por él mismo procrear a base de sangre que antes había limpiado de
este, amor y una ilusión que le desbordaba. Por fin, desde su nacimiento, se
sentía con libertad, ni siquiera las salidas que tuvo con su actual pareja
habían sido tan libres cómo se sentía en ese momento, pues ya no había ese
temor sobre él, no por su propia seguridad ni mucho menos, el solo hecho de que
su creador, su amo pudiera importunar en una cita de ellos dos lo ponía de los
nervios, ya que sabía que él era experto en realmente hacer apariciones
desfavorables e incomodas. Él mismo era un demonio en su totalidad, un demonio
total y sin dueño, de lo cual se sentía infinitamente feliz, pues de esa manera
podía estar junto a quién más amaba y quien más le valoraba.
Finalmente un demonio
podía sentirse en el cielo con tan solo tener a quién amaba a su lado, pues
pese a que este fuera un vampiro y por lo tanto condenado al igual que él, a su
lado podía ser tan infinitamente feliz como él quisiese, puesto que el amor era
mutuo y nada ni nadie podría separar un par de corazones, que justo en ese
momento giraban alrededor del otro puesto que se complementaban. Solamente a
lado del vampiro era que el ahora libre demonio recientemente creado, podía
conocer absolutamente todo cuanto había podido soñar o desear, solo a su lado
se sentía un ser completo, un ser que valía, alguien totalmente diferente a
cómo fue creado. Nada podía separar esa unión tan intensa y valiosa que sentía
por el ser que había llegado a rescatarle, incluso si inicialmente ese no era
para nada el motivo de su llegada, sin siquiera planearlo fue del todo salvado
por él, y ahora se asentía un demonio realmente afortunado y bendito entre los
supuestamente maldecidos del mundo.
XXXXXXXXXXXXXXXX
Olvidé (me dio pereza poner imágenes de Marius de ese tiempo, pero tiene la apariencia de unos doce años, catorce, por ahí, a Takeru búsquenlo como el Takeru de SuG, es el vocalista, es todo) de añadir las imágenes de los dos principales acorde al tiempo del fic, pero da igual ¿no? ¡sí!
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